Partimos temprano desde Munich hacia Dublin en un vuelo de Lufhtansa.
En migraciones nos tocó una agente poco simpática con la que tuvimos que lidiar para entrar a Irlanda. ¿Cuantos días se van a quedar? ¿Mostrame el pasaje de regreso? etc. No tenemos problema en mostrar los papeles, pero fue el único control donde nos trataron con tanta mala onda. Finalmente después de unos cuantos minutos de maltrato autoritario, nos puso el sello: Permission to stay in Ireland until 02/04/2016
Tomamos un taxi desde el aeropuerto hasta el hotel, ya las distancias en Dublin no son tan grandes y estábamos con bolsos grandes (€24). Nos alojamos en el Harrington Hall que en Booking tiene una puntuación “Fabuloso” 8,6. Sinceramente nuestra experiencia no fue buena y no lo recomendaría. Fue el único hotel que no nos gustó. Aunque tiene 4 estrellas y una buena reputación, es más bien una guest house. Seguramente a otros huéspedes les pareció bueno pero la combinación entre el frío que hacia en el baño, y en la habitación, el terrible olor a ajo del recepcionista, los pobres 2 canales de la TV y la decepción por lo que esperábamos versus lo que encontramos, nos frustró.
Más allá de eso, Dublín es una ciudad muy linda y encantadora. Mucho más pequeña si se la compara con otras capitales. No vimos grandes edificios. Su encanto está en las construcciones bajas y coloridas, sus pintorescas calles y la onda incomparable de los colorados irlandeses que parecen estar siempre felices.